poesía / crónica
este dolor me conmueve,
me incita a respirar una vez más
tengo conciencia del fin
laberinto circular que no despoja
me despierto y sé que tengo un lapso más,
maldito y divino
quiero todo a la vez,
y eso no alcanzará,
porque eso es vivir

La lluvia gradualmente lo cubre todo. En esta calle fría, espero. ¿Acaso el tiempo se interrumpirá hoy?
La gente camina, se detiene, cruza. La relación costo/beneficio (innata, como todo) acostumbra y consiente que no nos miremos siquiera a los rostros. Son muchos, diferentes y por eso, tan iguales a la vez. Puedo pulverizar algunas miradas. Papeles pisoteados. Me preguntan la hora.
Quien estaba junto a mí en el camino tiene que salir corriendo. No hay tiempo para más decir que “Chau, te quiero”.

La avenida logra detener mi usual paso apurado. Allí, aprovecho para respirar profundamente el aire corrompido por el smog de autos y colectivos, al elevar la mirada, nubes plateadas con un brillo refulgente que lastima la visión. Girando a ambos lados la cabeza, advierto mujeres vestidas elegantemente, también, hombres con saco y corbata. Imposible dejar de reparar en las frenéticas miradas al reloj-pulsera, popular conmoción que impone el horario de oficina. En diagonal, hacia adelante, se da vuelta un muchacho que llama a mi atención al observarme repetidamente, duplico su operación:
Él tiene un “collar de bolitas” (del color del cielo) y sus uñas pintadas de negro, en mi interior dibujo una sonrisa burlona al ver su sombrero y delantal de cocinero rayados, que cubren su cabellera rastosa y pantalones oscuros...
Se puede cruzar, es hora, caminás una cuadra sin aquel y te observo, tan fría, ahora tan sola, bella porcelana, te sigo.
Mis nervios suben, (“no hables con extraños”) me detengo, inevitablemente su intención lo deja delante de mí, me siento en un umbral, como ahora, él gira sobre sí, y, con una mirada entre curiosa y tímida se acerca:

-¿Te gusta el rock?- le habré hablado menos de diez minutos. Entre otras cosas que le hice decir, me pone al tanto de que espera a alguien. Tengo que seguir con el delivery. Me voy.

Otra vez, acá estoy, deteniendo un poco el correr de los segundos, “aguantando” a alguien que no sabe que necesito verlo...
-Adiós- dice sonriendo un señor de unos sesenta y tantos. Se marcha.
Ya no llueve.
-¡¿Qué te pasa chica mala?!- gritaron dos muchachos. Ellos, afortunadamente, también se van.
Estoy distraída en este día gris, elijo quedarme acá sentada cuando ni siquiera sé si va a pasar. Podría perderlo, por estar con la cabeza baja y,¿por qué lo espero? Si yo fuera yo, elegiría una calle diferente para volver, ésta ya fue caminada, y si él imagina lo mismo, nuevamente, se va él y yo, en esto, me quedo. ¿Y si ya pasó?
Veo caras conocidas -podría apostar que esa señora estaba al lado mío al cruzar la calle- “vistas” mejor dicho porque en estos senderos tan comunes jamás hay tiempo para la comunicación absoluta.
El ruido procedente de la avenida ensordece y adormece.
¿Y si me vio pero no me vio? Maldeciría ese golpe de vista, mirada lejana, sensación de indiferencia.
De a poco voy entrecerrando los ojos, aparece el frío, me endurece la gris rigidez de los edificios de piedra, imponentes, rigurosamente trabajados antaño. Las calles, bastante estrechas en esta esquina, me asfixian. Resurge el miedo. Sí, el miedo al fracaso. Aunque tal cosa no existe. Ahora te puedo decir que es la opinión que un alguien tiene sobre cómo se deberían hacer las cosas. En este instante de lucidez (si digo “calma” o “tranquilidad” sería una falacia) puedo creer que el no triunfar en algo que trataste de hacer no implica tu fracaso como persona. De algún modo se trata simplemente de no haber logrado el éxito en una tarea específica y en ese momento presente. Pero en cualquier situación, sólo hay que jugársela, no hay tiempo...

Los transeúntes me observan casi con extrañeza.

¿a quién espero?
deseos de estar con vos
o me pierdo
nervios por esta contradicción,
¿tanto me importa estar acá?
o es otro juego
¿a quién quiero engañar?
soy nada
merezco menos
y a la vez soy todo
y aspiro más y más
tiemblo
¿dónde estará?
me lo cruzo
premonitoriamente
en la confusión
se precipitaron mis latidos
angustia
en este mundo
aún no es el momento
y si llego a mañana
¿qué quiero?


Vuelvo. Soy el muchacho que te preguntó “del rock”, mi instantánea morocha, traslúcida te asombrás cuando te digo:
-¿Todavía acá?- hablé dulcemente aunque, ya te perdía. Otro encuentro casual, miedo de no verte, cobijar el “nunca más” me provocó escalofríos.

Estoy “acá” con la cabeza baja, él es alguien a quien no espero, me pide mi teléfono, y no quiero. Me pregunto si físicamente se me estará desgarrando el corazón. Oh, ahora se aleja sin remedio...
¿Qué será de él? ¿Y de mí? ¿Por qué me quedo?

llueve otra vez
no sé qué hago en este lugar
más viva que nunca,
camino,
observo,
espero

9 comentarios:

anaMaria dijo...

(más y más y más)
yo te debo un dibujo
pero es que cada vez que te leo
me estrujo
((más y más y más))
esperando exprimir hasta lo último que queda
(((más y más y más)))
de mí

Gabriela Tavolara dijo...

Vean este post (en un buen flog)

http://www.fotolog.com/catita_demente/28217602

graciass cataa

anaMaria dijo...

gaby gaby ponéte más cosas acá para leer!
(hoy leí existo y como decía ayer)
(¡¡!!!!!!!!!!!!)
además te agregué a mi tonto lugar en internet.
espero que andesbien
besos!

Anónimo dijo...

(vacié)

Damián Arroyo dijo...

Saludos, te invito a participar en el documental colectivo internacional sobre mi país.

Para más información puede ingresar acá: http://costaricaenelmundo.blogspot.com/

Damián Arroyo

Yelen dijo...

Muy buena historia,conmovedora, cosa del macabro destino que a veces nos hace desviarnos sin que nosotros poder hacer algo...
dulce crueldad.
desde ya un saludo fuerte

Anónimo dijo...

che muy bueno,

no sé cóm hacer para seguirte

paáte por mi blog www.valenicanoff.blogspot.com

Cecilia Maugeri dijo...

Hola Gabi!
No sabía que tenías blog! Me encantó!
Ahora te agrego :o)
Besotess

C

ALA_STRANGE dijo...

me ha encantado tu blog